Kyoto

Hoy queremos compartir con vosotros la maravillosa experiencia que fue descubrir Kioto en nuestro viaje de novios. Si tuviese que irme a vivir a Japón, mi ciudad preferida desde luego sería Kioto, es tranquila, exótica y llena de vegetación y jardines muy cuidados. ¡De las ciudades más bonitas que hemos visitado!

Nos alojamos en el hotel Nikko Princess, muy céntrico , bien comunicado y cercano a varias zonas de restaurantes a las que fuimos las dos noches que pasamos allí.

Fotografías por: Colubi Light Photo

En Kioto hay muchísimo sitios que visitar, pero con sólo un día entero para hacer turismo tuvimos que elegir los sitios más importantes y representativos de la ciudad. Comenzamos nuestra visita por Kioto en el Templo Kinkakuji, conocido por su Pabellón Dorado y el Espejo de Agua, un gran estanque lleno de islas, piedras y pinos que representan varios elementos del budismo japonés.

Más tarde visitamos el Castillo Nijo, famoso por la escasa ornamentación de sus interiores, así como los denominados «suelos de ruiseñor», diseñados para advertir de la llegada de intrusos.

A mediodía fuimos también al santuario sintoísta Heian, famoso por sus bonitos jardines japoneses, con estanques llenos de nenúfares, puentes y rincones que invitan a meditar.

Por la tarde recorrimos a pie los estrechos y empinados callejones de Ninen-zaka y Sannen-zaka, que son considerados auténticos ejemplos del ambiente urbano tradicional de las ciudades japonesas antiguas, conformadas por pequeños comercios de ventanas menudas, con casitas de dos pisos ubicadas en la parte posterior. Paseamos por Kiyomizu-zaka, una calle peatonal llena de tiendas muy interesantes que ofrecen productos típicos de allí, como artículos de cerámica, kimonos, palillos de madera o abanicos.
El día que fuimos se respiraba un ambiente muy festivo y muchos jóvenes paseaban vestidos con sus trajes tradicionales.

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Llegamos a pie hasta Kiyomizu-dera o Templo del agua pura, un extenso y colorido conjunto de pagodas y edificios ubicado en las montañas de Higashiyama, al este de Kioto. Se trata de uno de los más impresionantes y famosos monumentos del Japón tradicional.

Ya al atardecer, dimos una vuelta y tomamos algo en Gion o barrio de las geishas. No fue nada fácil ver por allí auténticas geishas, ya que por lo visto suelen evitar a los extranjeros y no quieren hacerse fotos. Sin embargo, Ramón y yo pudimos ver varias saliendo discretamente en taxi de un local de Gion. Nos impresionó bastante ver de cerca su maquillaje blanco cuidado al detalle, sus elaborados peinados y sus kimonos que no parecían nada cómodos.

Satisfechos con nuestra aventura en Kioto, brindamos al atardecer en una terraza con el grupo de españoles con el que viajamos y nos pusimos ciegos de sushi, que por cierto, ¡allí es mucho más rico!