Lente Crítico: Fiebre de Blogs en Colombia

la foto (43)Toda época tiene unas palabras que la definen. En la nuestra, la palabra blog es una de las más naturales, una de las más usadas y, al tiempo, una de las menos discutidas. En Colombia, la palabra circula, veloz y prosaica, como el código de un nuevo fervor que tiñe el panorama nacional.

Después del 11 de septiembre, una nueva sensibilidad ancló entre los individuos modernos. El apetito por obtener información inmediata movilizó el crecimiento del nuevo formato virtual. Con él, se consolidó el acceso a cada minucia en desarrollo, sobre todo tipo de acontecimiento. Hacia el 2005 nació la palabra blog, una contracción del término web log – y un vehículo de comunicación que comprimía las nuevas formas de experimentar el tiempo y la vida contemporánea.

 Al comienzo, el fenómeno generó una nueva fórmula de opinión, abriendo las puertas a la subjetividad más anónima. El más mortal de los mortales podía ser opinador, el más corriente de los individuos podía convertirse en celebridad. Con el brote de los personal style blogs, las mujeres tomaron un nuevo control sobre la moda, no sólo porque validaban un nuevo eclecticismo – formas más individuales de mezclar e interpretar el sistema de la moda – sino porque, además, controlaban cómo eran percibidas.

Aquellos blogs se convirtieron en diarios visuales, símbolos del nuevo narcisismo que hacía posible el Internet. Pronto, pasaron a ser espejos digitales, donde millares de mujeres anónimas podían verse a sí mismas y proyectarse como querían. Nunca la mujer había estado tan en control de algo que siempre la ha definido: su imagen.

Durante años, el feminismo vio en la moda un tipo de servidumbre femenina. En el siglo XVIII, la prensa francesa exhortaba a las mujeres a ser criaturas complacientes, a usar la moda para agradar la mirada de los hombres. La moda era incómoda, excesivamente ornamental, y las mujeres podían usarla porque permanecían confinadas en la intimidad de la casa, mientras que los hombres ocupaban los espacios públicos y trabajaban. Durante años, las teorías feministas en torno a la moda la veían como un objeto encarcelador, un reflejo de subyugación al hombre.

Con el tiempo, llegaron nuevas teorías. ¿Quién dijo que las mujeres no se deleitaban con la moda? Los escritores que se opusieron al feminismo defendieron la moda como un terreno donde las mujeres podían afirmar su identidad. En ese sentido, los blogs – que trastocaron el orden en las figuras de autoridad, las formas de opinión, los métodos de publicidad y hasta los arreglos de asientos en los desfiles – llegaron también para demostrar que la moda puede ser una fuente de gozo y de alegría en la vida de una mujer. Siempre hay una expresión de radiante satisfacción y de alegre coquetería en la pose de las blogueras de estilo personal.

En su evolución, los blogs evidenciaron grandes verdades que venían hirviendo desde los años 60: que no existía ya una gran autoridad de moda, que el estilo es una multiplicidad de posibilidades válidas, que el estilismo vale más que la ropa misma y que la calle pasó a ser tanto o más importante que un desfile.

Pero los blogs también cristalizaron otra gran verdad de nuestro tiempo: que cualquiera, con o sin conocimiento, puede opinar y hacer masivamente visible su opinión.

En Colombia, el fenómeno anidó hace unos años. Y en los últimos tres, el fenómeno ha cobrado una abrumadora popularidad sin precedentes. No hay relacionista pública que no recurra a la palabra. No hay marca que no involucre el término en sus estrategias. No hay evento social que los excluya en sus listas y fotografías sociales. No hay nadie en el medio de la moda colombiana que desconozca su existencia.

Lo que comenzó como una enigmática y pequeña presencia de personajes cuya apariencia revelaba algún afecto por la ropa, se ha convertido en una especie de gremio, un pequeño movimiento en unión que deja estela usando los recursos digitales y la coyuntura de moda que experimentamos en Colombia.

Que los blogueros hayan conquistado una visibilidad vigorosa refleja el momento de moda que tenemos en el país. Vivimos un momento sin precedentes. La recuperación de la confianza por parte de la inversión extranjera ha hecho de Colombia un mercado bullente de nuevas potencialidades. La expansión del Internet ha transformado la sensibilidad estética del público colombiano. El comercio online han ampliado las posibilidades de compra para distintas clases sociales. La instalación de la categoría del fast fashion ha impactado profundamente el paisaje visual que a diario desfila frente a nuestras miradas.

Y tal vez lo más importante: a Colombia llegó también el gran entusiasmo por la moda que siente el resto del globo terráqueo. En los últimos años, la moda misma se ha vuelto la gran moda. Todos la aman. Todos la conocen. Todos quieren expresarla. Todos se sienten tocados por ella de una u otra forma. Tim Blanks dijo alguna vez que la moda de hoy es una parodia de sí misma.

En Colombia, los blogueros son los gran voceros de este entusiasmo. Es cierto que su cohesión como gremio moviliza la moda colombiana; que su presencia demuestra el enorme interés que existe por el tema y que sus actividades reflejan que somos un país que puja hacia la modernidad globalizada.

El fenómeno bloguero en Colombia es una metáfora de la posición que tenemos dentro de esta época que el pensador francés Giles Lipovetsky ha tildado de ‘hipermoderna’. El fenómeno demuestra la importancia del individualismo hedonista de nuestros tiempos, así como del narcisismo que todos llevamos. En últimas, da cuenta de que la forma cómo experimentamos el tiempo y la vida de hoy tiene mucho que ver con la auto-expresión y la renovación constante del yo a través de proyecciones instantáneas producidas por imágenes.

Pero también es un fenómeno que muestra que entre más informado puede ser el individuo de hoy, más desestructurado puede ser su conocimiento. Y también que habitamos un tiempo de auto-proclamación que confunde más aún los límites de la información y el conocimiento verdadero.

Es cierto que los blogueros en Colombia reflejan una genuina pasión por la moda y que en ese sentido, hay que celebrar su perseverancia, la disciplina con que mantienen sus publicaciones y el impulso por configurar miradas distintas. El problema es que entusiasmo no es sinónimo de conocimiento. Y que la aclamación de un tema no hace un experto. El problema, en Colombia, es que se confunde bloguero con conocedor. Lo benigno en sus características no elimina el hecho de que no son expertos en moda. Hablan desde la intuición, el gusto y la auto-celebración.

Hay blogueros que admiten la motivación subjetiva detrás de sus empeños. Hay otros que defienden miradas distintas dentro del sistema de la moda general. Otros comentan sobre tendencias y abanderan iniciativas orientadas al diseño nacional. Lo importante, finalmente, es comprender que un bloguero está caracterizado por la estampa de su subjetividad. Y que los que abundan en nuestro país son grandes entusiastas; no expertos en la materia.

El problema en la cultura colombiana, es que una vez se instala un fenómeno cultural, aceptamos con docilidad su presencia. Poco se cuestiona o se debate sobre las implicaciones profundas de este tipo de movimientos en nuestra industria nacional.

Los blogueros que más aprecio son aquellos que tienen sus identidades definidas. Los que no tienen pretensiones adicionales. No pretenden ser escritores. No prestan tonos críticos por emulación. No escriben en idiomas cuyas reglas escritas desconocen. No ostentan malas ortografías, tonos pretenciosos y textos llenos de frases mal construidas. No pretenden más que adorar la moda a su manera, construyendo un archivo de imágenes que precise un punto de perspectiva en el campo de la moda colombiana.

No todo esfuerzo bloguero implica calidad en el resultado. No todos los que se animan a subir sus looks en la red poseen estilo personal, sentido del gusto o gracia para la composición estética. Hacer retratos de las personas más llamativas en un evento no significa tener una visión de street style. Y auto-proclamarse un buen día periodista de moda, tras la acumulación de unos cuantos textos en un blog, tampoco implica nociones realistas. Aquí, pasa con frecuencia que la ausencia de una figura impulsa la celebración de aquellos que simplemente rellenan el vacío. Aún cuando no tengan las habilidades o las condiciones para ocupar la posición. Amar la moda no es conocerla.

Los mejores blogs en Colombia – que últimamente vienen de Medellín – son aquellos que nos recuerdan que la moda puede ser una fuente de deleite, un recurso de gozo y alegría para la experiencia femenina. Pienso, sobre todo, en aquellas blogueras que han refrescado el panorama con identidades sartoriales que mezclan con inteligencia lo que pasa afuera y lo que las hace colombianas.

Vanessa Rosales

 

 

 

 

9 comentarios en “Lente Crítico: Fiebre de Blogs en Colombia

  1. Como siempre, me deleito mucho leyendo tus artículos.
    Quisiera saber, cuales son esos blogs colombianos?

    Gracias 🙂

  2. Totalmente de acuerdo, nadie puede llamarse experto en moda o pretender serlo x postear fotos de gente sin un sentido crítico de la moda. Amos los blogs que postear fotos sin pretensiones solo como una expresión de diversión y auténticidad que inspiran. Por mi parte me identifico con los amantes de la moda pero respeto el tema de creerme critica de moda.

    Gracias, siempre es bueno leerte!

  3. Muy buen post, es cierto que últimamente todo el mundo quiere salir a escribir de moda y creen que eso quiere decir machetear artículos internacionales. Lo peor de todo es que ni tienen la delicadeza de realizar una correcion de estilo a lo escrito.

    Muy bien por los blogs de Medellin y otros tantos.

  4. Hola Vanessa! Necesito tu correo. Soy de Mediática, la agencia de relaciones públicas y queremos invitarte a un evento de project runway este jueves. Espero tu respuesta.

    Saludos!

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