Los nuevos gastro de Madrid: placer, alma y sabor sin excesos

Madrid se mueve, y con ella su escena gastronómica. Llegan restaurantes que combinan placer, diseño y cocina inteligente.

Madrid está viva y huele a cocina. Cada barrio tiene su secreto, y los nuevos restaurantes de la ciudad no solo sirven platos: crean experiencias. Espacios donde comer no es un trámite, sino un plan para disfrutar, charlar, reír y dejar que los sabores hagan el resto. Cocinas que cuidan el producto, que miman la presentación y que, lo más importante, hacen que salgas ligero pero feliz.

Desde Norah hasta Makoto, pasando por Roostiq, Vinology o Casa Salesas, estos lugares redefinen la forma de vivir la gastronomía en la capital. Aquí no hay artificios que te cansen: todo está pensado para que cada bocado sea un placer, para que cada visita se recuerde y para que quieras volver. Madrid se ha convertido en un escenario donde la alta cocina se siente cercana, elegante y divertida a la vez.

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    Los 33

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    Kentya

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    Gabos: raíces con vuelo

    Gabos es pura energía controlada. Cocina de autor con raíces latinas y mediterráneas que se entrelazan con mucho ritmo y sin excesos. Ceviches, fondos suaves, sabores ácidos que despiertan y salsas que acarician. Todo equilibrado, todo con intención. Es el lugar perfecto para quienes quieren probar algo diferente sin perder el pie en lo conocido.

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    Makoto: Japón en estado puro

    Makoto es uno de esos lugares que redefinen lo que entendemos por cocina japonesa en Madrid. Minimalista, pulcro, silencioso… cada bocado es una lección de técnica y respeto por el producto. Sushi de precisión, caldos ligeros, texturas sutiles. No busca impresionar, sino emocionar. Comer aquí es una experiencia casi meditativa: perfecta para quienes disfrutan del detalle y del sabor sin artificio.

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    Norah: calma, sabor y elegancia

    En el corazón del barrio de Justicia, Norah se ha convertido en uno de esos restaurantes a los que siempre quieres volver. Su cocina mediterránea contemporánea tiene algo mágico: es delicada pero sabrosa, ligera pero con carácter. Los platos reconfortan sin empalagar —desde su corvina con beurre blanc vegetal hasta el cordero con puré de coliflor asada—. El espacio, cálido y luminoso, invita a alargar la sobremesa. Comer en Norah es como respirar bien después de un día largo: puro equilibrio.

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    Roostiq: fuego, huerta y honestidad

    Si hay un restaurante que representa el equilibrio entre rusticidad y sofisticación, ese es Roostiq. Su filosofía es sencilla y poderosa: fuego, huerta y pan. Todo gira en torno al producto —de su propia finca en Ávila— y a una técnica impecable. Las verduras asadas tienen alma, las carnes saben a campo y las pizzas de masa madre son adictivas. Roostiq es de esos lugares que enamoran sin hacer ruido, porque lo hacen todo bien.

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    Vinology: el vino manda

    En Vinology, el vino no es un acompañamiento: es la columna vertebral de la experiencia. Su carta líquida es tan cuidada como su cocina, que apuesta por productos frescos, salsas ligeras y combinaciones que realzan cada copa. Es el sitio perfecto para los que disfrutan descubriendo nuevos maridajes o simplemente dejándose recomendar. Elegante, tranquilo y con una energía especial que invita a quedarse una copa más.

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    Persimmons: el poder del verde

    Sí, el verde también puede ser alta cocina. Persimmons lo demuestra con una propuesta centrada en el producto vegetal, pero sin etiquetas. Aquí todo es sabor, creatividad y color: emulsiones, fermentados y texturas que hacen que te olvides de la carne. Su estética es tan cuidada como su carta, y cada plato parece pensado para el cuerpo y la mente. Un imprescindible para quienes buscan comer bien sin renunciar al placer.

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    Casa Salesas: elegancia natural

    Ubicado en uno de los barrios más bonitos y vivos de la ciudad, Casa Salesas es pura sofisticación relajada. El espacio es precioso —paredes color crema, vajilla artesanal, luz suave— y la cocina, impecable. Platos de fondo clásico pero con técnica actual: guisos afinados, pescados en su punto y postres con ese equilibrio justo entre dulce y frescor. Es el tipo de restaurante que lo tiene todo: atmósfera, servicio y una carta que siempre apetece.