La invitada del vestido azul eléctrico

No me cansaré de defender las bodas de invierno. A capa y espada, de momento, luego Dios dirá.

Me he dado cuenta de que siempre empiezo los artículos con la siguiente fórmula: «Tenía ganas de publicar/fotografiarme/enseñaros…». Y es que en el fondo soy una entusiasta, siempre tengo ganas de todo.

Y para no romper la línea, una línea tan establecida como mis pies descalzos en el 50% de las sesiones de fotos que protagonizo, esta vez tenía ganas de lucir un traje largo de noche ideal para una boda de invierno en el Casino de Madrid, en el Palau Moxó de Barcelona o en el Hotel Reconquista de Oviedo, por ejemplo.

Más ganas aún cuando el vestido y la cartera de napa de mano la ha diseñado una amiga de la infancia, adolescencia y cualquiera que sea el momento en el que me encuentro hoy o me encontraré mañana. Hasta la vejez con Carla Rojo Casado.

Esta foto, como tantas otras de La Mar Studio, me encanta. Jaider siempre inmortaliza mis gestos, esos tan míos como cuando frunzo el ceño porque, como cualquier otro ser humano, me evado por un segundo del mundo para darle una vuelta (otra más) a las cosas que me preocupan.

En este tipo de sesiones hay que saber jugar con los complementos, conseguir ese término medio que no satura ni empobrece un estilismo, como la fantástica chaqueta de zorro en color azul eléctrico del grandísimo peletero Santiago del Palacio.

Tenía además clarísimo que quería ponerme unos pendientes de My Collect que volveré a lucir, a buen seguro, estas Navidades. Su página de instagram es una locura, una locura compulsiva en la que caes sin darte cuenta rendida ante esos collages que provocan la inaplacable necesidad de combinar sus pendientes con toda tu ropa. Toda.

Esta vez no quería el maquillaje y la peluquería a juego, por decirlo de alguna forma.

Buscaba un maquillaje marcado que hiciera clara la diferencia de la noche y el día, un maquillaje centrado en los ojos que destacase con cierto carácter el color de mis ojos. Y Lorena Carbajal Make Up Artist (626.66.77.62), como no, lo bordó.

A Julio (Peluquería Suarez), sin embargo, le pedí algo desenfadado y divertido, un peinado que le restara sobriedad a un look de por sí potente. Es una cola de caballo inexplicablemente bien despeinada, aunque por detrás da los visos de un recogido. Brillante Julio, brillante.

Por último, y no por ello menos importante, gracias al Palacio de Garaña por hacernos sentir que su hotel era nuestra propia casa.

Un besote enorme para todos los que me leéis y para todos los que hacéis posible que La Champanera esté llena de preciosas fotografías. Gracias, Ana.

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