El estado y conservación de cada prenda depende del trato que recibe. El secreto reside en lavarla, secarla y plancharla en función de la composición de sus fibras.
La norma básica es seguir al pie de la letra las indicaciones que el fabricante incluye en su etiqueta. No obstante, conviene tener en cuenta ciertas recomendaciones de andar por casa para prolongar la vida de nuestro vestuario en las mejores condiciones.
La prueba del hilo
Para distinguir entre tejidos naturales y sintéticos existe un truco infalible que consiste en sacarle un hilo de un lugar poco visible, quemarlo y observar cómo se comporta:
Algodón. El hilo se quema dejando cenizas en todo su recorrido.
Lana. No quema bien, se encoge, deja un residuo de color negruzco y desprende olor a cuerno quemado.
Lino. Se consume por completo a través de una viva llama.
Tejidos sintéticos. El hilo se enrosca, queda carbonizado y reducido a una especie de bolita caramelizada.