Fotografía: Matthew Pandolfe
Durante años, la teoría feminista habló de una idea que brotó de los escritos sobre cine de los años setenta: the male gaze (algo así como la intensa mirada masculina.) Esta ‘intensa mirada masculina’ consistía básicamente en la siguiente idea: que quienes miran activamente son los hombres y quienes se dejan mirar como bellezas pasivas son las mujeres. En esa teoría, la mujer es un objeto de deseo en la mirada masculina. En ese orden, las mujeres se vestían, actuaban y se embellecían para complacer a los hombres.
La última de colección de HVRMINN fue exhibida en un amplio interior blanco, en Soho, con una cuidadosa fila de hombres jóvenes, diversos, bellos y exquisitamente vestidos. La presencia visual de estos hombres es ya de por sí un anuncio de lo que alberga la colección: hombres deliciosamente vestidos, cultivados y detallistas, portadores de una estética que hunde nervios en el jazz y la excentricidad elegante del gángster. Lo que hombres como Hvrminn comprueba en nuestros tiempos es que los paradigmas de masculinidad han ido cambiando. La moda masculina siempre ha tenido como prioridad valores estipulados convencionalmente como «masculinos»: sobriedad, discreción, utilidad. La moda masculina nunca ha tenido como fin hacer de los hombres bellos, sino seres útiles.
Pero HVRMINN, cuyos trajes exquisitos y abrigos eternos apelan a las piezas más clásicas de la historia sartorial masculina, comprueba también que algunos hombres hoy están en interesados en recuperar su derecho a la belleza. Estas imágenes están hechas para «la intensa mirada femenina» (the female gaze), porque un hombre bellamente, exquisitamente vestido es un gran placer para una mujer que lo mira.
Vanessa Rosales