Un vestido de novia inesperado

Mayo. Barcelona. Tarde. Uno de esos paseos en los que voy con los cascos escuchando música a un volumen, seguramente, nada recomendable. Y Mango aparece en mi trayectoria. La historia empieza aquí, no pude resistirme.

Entro en Mango de Paseo de Gracia y voy directa, destinada, hacia un vestido blanco, largo y fluido de estilo bohemio y detalles de croché. Escote redondo y botones por doquier. Amor a primera vista. En un segundo, sin pasar por probadores, ya estaba en la caja con la cabeza y las ideas revolucionadas al 200%. Una escena muy Jerry Maguire: «Ya me tenías con el hola». Algo así.

Quizás fue Barcelona Bridal Week, quizás una locura. Quizás fue un venazo sensato y la locura sea gastarte más de cierta cantidad en un vestido que utilizarás aproximadamente 12 horas en toda tu vida. Para pensarlo.

Y desde la ciudad condal hasta Madrid, el vestido llegó en mi maleta cargado de buenos propósitos. Era una cuestión de estilo y de actitud, no de dinero. Y yo quería demostrarlo ante una cámara, la de La Mar Studio.

Escogí uno a uno excelentes profesiones pero en precio que no desvirtuasen el sentido de este inesperado vestido de novia con el que yo me casaría sin ningún tipo de complejo mañana. Mañana mismo.

Lorena Carbajal Make Up Artist (626.667.762) y Julio de la Peluquería Suárez siempre se adueñan de mis editoriales, por eso, entre otro millón de motivos, les quiero y admiro tanto. Y como si de un giño del destino se tratase, mi piel y mi pelo estaban evidentemente resplandecientes esa tarde gracias a mis nuevas cremas Decléor y mi reciente tratamiento Discipline de Kérastase.

El ramo de novia corrió a cargo de mis amigos de Flores Pando, interpretando a la perfección justo lo que quería. Un sencillo canotier y un cinturón de Mimoki le dieron el toque final a un look que llevaba dibujado en mi cabeza meses, que me hacía especial ilusión.

Aquí tenéis el enlace para comprar el vestido de rebajas a través de la web de Mango por el irrepetible e inigualable precio de 59,99 €. Ahí es nada.

Y este post no hubiera sido posible si El Palacio de Moutas (Asturias), no nos hubiera recibido como en su casa. ¡Un millón de gracias!

Diréis que vivo en una maleta. Y mi maleta es demasiado pequeña. Yo me entiendo.

Un besote enorme, Ana.