La boda de mi amiga Carolina

Descubre esta fantástica boda celebrada en el norte con una novia guapísima llena de estilo y los mejores proveedores de la región.

Carolina y yo hemos estado toda la vida juntas, y toda la vida es mucho tiempo. Nos han separado los últimos 13 años cientos y miles de kilómetros, pero no ha importado nada. Hemos estado, en resumen, por encima de todo.

Su boda era la más especial para mí este año, y es que yo quiero a Carolina tanto como la quiere Luis. Como él, yo la volvería a escoger en otro mundo una y 100 veces.

Mucho hablamos ella yo por teléfono, cuadrando horarios, sobre su boda y los proveedores que participaron en ella. Todos ellos los mejores, escogidos uno a uno con mimo y cuidado.

Como no, contó con Julio de la Peluquería Suárez y con Lorena Carbajal para la peluquería y el maquillaje, como ya lo hiciera en su día mi otra gran amiga Mar (podéis recordar su boda aquí) y como lo he hecho yo cientos de veces en mis #EditorialesLaChampanera.

Carolina que es todo belleza y delicadeza, escogió para comenzar su gran día una preciosa bata estampada de La Costa del Algodón.

Desde el primer momento la acompañó con su objetivo Mercedes Blanco. No importa desde qué ángulo la retratase, todas las fotos son ideales.

Llegó el momento y Carolina se enfundó un maravilloso traje de novia de Covadonga Plaza, unos Louboutin que le regalamos 3 amigas íntimas y su bonito ramo de El Invernadero.

Carolina, perdonad que insista, estaba guapísima. Quién no querría casarse con ella. Pero lo más importante es que estaba tranquila y feliz, y la felicidad es todo lo que una amiga de verdad quiere para otra.

Llegamos a la Iglesia y aquello era un hervidero del Colegio del Meres, representado con una amplia muestra de la generación del 84. Lo que ha unido el colegio, la calle Quintana y Candanchú, que no lo separe el hombre.

Para la ocasión, yo me decanté por un original 2 piezas de Coosy, complementos de Jimmy Choo, maquillaje de Lorena Carbajal y recién estrenado corte de pelo por Ana Álvarez de Las Horquillas de Anita.

Entramos los testigos por parejas, después de que lo hicieran los invitados. Y empecé a esperar a Carolina ya con la lágrima al borde del acantilado, igual que su hermana María que estaba justo a mi lado. Con razón.

Las Caldas estaba ideal decorada por El Invernadero. Allí mismo lo dimos todo, saxofonista incluido, hasta las mil de la madrugada. Saltamos, cantamos y bailamos, la ocasión lo merecía.

Estas Navidades nos reuniremos y veremos juntas el vídeo de José Valle que, a buen recaudo, será otra maravilla.

Gracias por tu amistad, tu confianza, tu lealtad, tu honestidad, tu discreción, tu apoyo y tu cariño. Gracias por un millón de momentos y recuerdos que no olvidaré jamás.

Con todo mi cariño, te quiere, Ana.