Con el cambio de estación llegan también nuevas formas de mirar la casa. El verano 2025 invita a romper con lo neutro, a dejar atrás la uniformidad y a apostar por espacios con alma. Más color, más texturas, más presencia de lo natural. Este año, decorar es sinónimo de disfrutar: de la luz, de los materiales auténticos y de una estética que va más allá de lo bonito para conectar con el bienestar y la personalidad de quien habita el espacio.
Estas son las tendencias que marcarán la temporada y que ya están transformando salones, terrazas y rincones en hogares que respiran verano por los cuatro costados.
Índice
Color con intención
Atrás quedan los espacios monocromáticos. Este verano, los colores se convierten en protagonistas indiscutibles de la decoración. Se buscan sensaciones, no solo estética.
El amarillo mantecoso, elegido por Bruguer como Color del Año, llena los interiores de luz y vitalidad. El verde oliva o el esmeralda aportan una sensación de calma y conexión con la naturaleza. El azul, en versiones intensas como el cobalto o el turquesa, refresca y renueva. Y el burdeos, heredado del mundo de la moda, da un giro elegante y sofisticado a cualquier rincón.
Son tonos que no solo decoran: aportan carácter, despiertan emociones y transforman por completo la energía de un espacio.
Fibras que respiran
Los materiales naturales no solo están de moda: se han convertido en una declaración de intenciones. En 2025, la decoración vuelve a mirar hacia lo orgánico, hacia lo auténtico.
Ratán, mimbre, lino, yute o algodón orgánico toman fuerza en piezas que apuestan por la ligereza, el tacto y la sostenibilidad. Se cuelan en cabeceros de cama, muebles auxiliares, pantallas de lámparas o cestas decorativas, aportando textura, calidez y un aire relajado, muy propio de la temporada estival.
Son materiales que no pasan de moda, que respiran y que conectan los hogares con una forma de vida más consciente.
Maximalismo, pero con equilibrio
Se acabó el miedo a mezclar. El maximalismo vuelve (y lo hace con elegancia) proponiendo espacios ricos en detalles, donde cada objeto tiene un sentido y cada composición está cuidada al milímetro.
Capas de textiles, estampados que conviven, contrastes de materiales, piezas especiales… El objetivo no es recargar, sino enriquecer. Crear ambientes que se sientan vivos, personales y llenos de intención. Una casa que no parezca salida de un catálogo, sino construida con historia y criterio.
Iluminación que acompaña
La forma en la que iluminamos un espacio puede cambiarlo todo. Este año, los apliques de pared y las luminarias decorativas se imponen sobre la clásica luz de techo. Diseños articulados, acabados metálicos o de cerámica, y sistemas LED regulables permiten ajustar la intensidad y crear atmósferas más cálidas, acogedoras y adaptadas a cada momento del día.
La iluminación ya no solo cumple una función práctica: también decora, estructura el espacio y marca la diferencia entre una casa bonita y una casa con alma.
Naturaleza en clave decorativa
Incorporar plantas a la decoración no es una moda pasajera, es una tendencia que se consolida año tras año. Y no es de extrañar: purifican el aire, aportan frescura, mejoran el bienestar y hacen que cualquier estancia se sienta más viva.
Este verano triunfan las monsteras, las palmeras de interior, los jardines verticales y las plantas colgantes. Lo importante no es la cantidad, sino cómo se integran. Un rincón verde en el salón, una maceta XL junto a la entrada o un conjunto de maceteros sobre una estantería pueden tener un impacto visual enorme con muy poco.
Si no vas a reformar, pero sí a renovar…
- Incorpora textiles en tonos vibrantes.
- Cambia la iluminación por piezas que aporten diseño y calidez.
- Apuesta por materiales orgánicos, fáciles de integrar.
- Añade verde, siempre.
Este año, decorar es también una forma de cuidarse. Los espacios se piensan para disfrutarlos, pero también para habitarlos con más conciencia. Y eso, inevitablemente, se nota.
