Por increíble que parezca, nuestros antepasados prehistóricos ya utilizaban las perlas para verse más guapos, y es que es de sobra conocida la luminosidad que aportan al rostro. De hecho, parece que fueron las primeras joyas de la historia. Los orientales llevaban años utilizándolas antes de que en occidente se tuviera noticia de ellas, pero fueron los romanos los encargados de traerlas a este lado del mundo para adornar los cuellos de las mujeres ricas e influyentes.
En el siglo XX fueron un símbolo de grandeza, clase y poder. Mademoiselle Coco convirtió el collar de perlas en su talismán y en icono imperecedero de la maison Chanel. Mención especial merece la ‘Peregrina’ de Elisabeth Taylor, un tesoro de 1570 considerada la mejor perla natural del mundo. Su quinto marido, Richard Burton, se la regaló por su 37 cumpleaños, pasando a formar parte de su extensa colección personal y de la historia de la joyería. Aunque Marilyn Monroe cantaba aquello de “Diamonds are a girl´s bestfriend’, llegó a reconocer que le gustaban más los collares de perlas. Grace Kelly, Jackie Kennedy o Audrey Hepburn los lucían como nadie en su época dorada. Diseñadoras de moda, mujeres elegantes y divas del Hollywood clásico ayudaron a asociar estas piezas al glamour. Un auge denostado décadas más tarde, que llegó a caer en determinados clichés y en una estética anticuada.
Los nuevos códigos de estilo de las perlas
En pleno siglo XXI, era cuestión de tiempo que los collares de perlas volvieran a nuestras vidas. La industria de la moda vive una oleada de nostálgica que pretende reinterpretar iconos pasados en todas sus formas inimaginables. Las perlas, antes tan inalcanzables y reservadas siempre a las altas esferas, se popularizaron hasta tal punto que traspasaron sus propias fronteras. Desde el invierno de 2017, una nueva tendencia llegó a las calles, cuajando de perlas buena parte de la ropa y los accesorios, colándose en bolsos, sudaderas, vaqueros y zapatillas. Su manual de estilo se fue renovando cada temporada, pasando a formar parte también del código de estilo de invitadas, que incorporan las perlas en sus peinados y en el maquillaje. Para novias, se han llegado a crear los zapatos más especiales y velos bordados con estas pequeñas esferas de nácar, renovando el concepto más clásico al que suelen ir asociadas.
También para ellos
El collar de perlas, ligado de raíz a la mujer conservadora, ha vivido su propia metamorfosis en las últimas temporadas para convertirse en el nuevo y revolucionario accesorio del armario de los hombres. El auge ‘genderless’ está ayudando a difuminar los límites entre lo masculino y lo femenino, gracias, en parte, a figuras del ‘star system’ como Timothée Chalamet o Harry Styles. Ellos son los nuevos iconos de estilo respaldados por grandes firmas como Gucci o Louis Vuitton y los flamantes portadores de estas joyas antes reservadas solo para la mujer.
Muchas mujeres asocian las perlitas a los pequeños pendientes que muchas llevamos de niñas. Y es, precisamente, ese carácter naïf el que muchas firmas quisieron rescatar hace un par de veranos para dar un nuevo lavado de cara a este accesorio. De repente, aparecieron combinadas con divertidos ‘smileys’, con conchas que nos recordaban a los días de playa o combinadas con eslabones para las más sofisticadas. Las perlas eran de todo menos clásicas, con firmes defensoras como Teresa Andrés Gonzalvo, María Pombo, Paula Ordvás o Marta Carriedo. Sin embargo, parece que su estética va cambiando de rumbo en este 2022 para recuperar su esplendor de antaño. Vuelve el poderío de los collares con doble vuelta, más o menos largos, esos que las mujeres elegantes lucían sobre sus vestidos de fiesta para demostrar presencia. Por lo que se ve, a las perlas aún les quedan muchos capítulos por escribir.