Cuando piensas en la Costa Blanca, probablemente te vengan a la mente sus playas infinitas o su gastronomía deliciosa. Pero este rincón del Mediterráneo aún guarda secretos para los que saben mirar con curiosidad y ganas de perderse. Hoy te enseñamos a algunos de sus rincones más desconocidos, pero se graban en la memoria para siempre.

Índice
Les Fonts de l’Algar – El paraíso entre cascadas
A solo unos kilómetros de Callosa d’en Sarrià, se esconde este oasis de agua cristalina y vegetación exuberante. Las fuentes del Algar son un pequeño edén donde refrescarte en verano y pasear entre cascadas, pozas naturales y senderos sombreados. No es secreto para los locales, pero muchos visitantes aún lo pasan por alto.
La Cova Tallada – Una cueva esculpida por mar y manos humanas
En el cabo de San Antonio, entre Dénia y Jávea, se encuentra esta impresionante cueva que parece sacada de una película. Accesible a pie (con buen calzado y ganas de aventura) o en kayak, la Cova Tallada mezcla historia, naturaleza y misterio: fue cantera de piedra tosca en el siglo XVI y hoy es uno de los paisajes más hipnóticos del litoral. Ve a primera hora y tendrás el Mediterráneo solo para ti.
La playa de l’Ahuir (Gandía) – Arena dorada y tranquilidad
Esta playa virgen, sin edificaciones ni chiringuitos, es perfecta para quienes buscan desconexión total. A pocos minutos del bullicio de Gandía, l’Ahuir ofrece dunas naturales, vegetación autóctona y una sensación de libertad difícil de encontrar en otras zonas del litoral. Ideal para paseos largos al atardecer o mañanas de lectura con los pies enterrados en la arena.
Beniardà y su embalse – Un paisaje que parece pintado
En pleno interior de la Marina Baixa, este pequeño pueblo guarda el encanto de lo auténtico. Su embalse, rodeado de montañas, es perfecto para una escapada rural o una ruta de senderismo tranquila. Aquí el tiempo se mide en silencio, en el canto de los pájaros y en las conversaciones sin prisa en las terrazas del pueblo.
La Vall de Gallinera – Donde el tiempo florece
La Vall de Gallinera es uno de esos lugares que se visitan con calma, o no se entienden. Aquí no hay monumentos icónicos ni playas instagrameables, pero sí un ritmo pausado, caminos entre huertas y aldeas que parecen sacadas de otro siglo. En primavera, el valle se cubre de flores blancas y rosadas: un espectáculo silencioso que pocos conocen. Ideal para desconectar, caminar y reconectar con lo sencillo. Porque a veces, la belleza está justo donde no pasa nada… y pasa todo.
La Costa Blanca no solo es sol y playa. También es calma, historia, paisajes inesperados y pueblos que aún conservan su esencia. Estos rincones secretos son el mejor recordatorio de que viajar no siempre es llegar más lejos, sino mirar con otros ojos lo que tenemos cerca. ¿Cuántos de estos rincones conocías?